Te acercas.

Se que vienes a por mi, no te veo, ni te escucho, solo se que estas aquí.

Es tu olor, desenfreno, te me acercas y casi tiemblo.

Sin saber ni que hacer, pasos lentos te acercan a mi.

Con tu olor, con tu piel, con tu pelo y tu aliento.

Me haces un nudo en la garganta, bailan mis manos en tu cuerpo.

 

 

Otra guerra.

Una página en blanco sin fechas ni renglones, de nuevo otro esquema que me pisa los talones. Escucho tambores de guerra y trompetas que me llaman a luchar. Mi ejercito esta derrotado, hoy para la batalla estoy solo. Desde la cama organizo la estrategia, esta vez no me doy por vencido. Solo frente a tanto desconcierto, ¿otra vez soy yo el que no me entero? Robando las ganas a cualquiera, soy yo el que se destruye cuando disparan los morteros. A tumbos por el pasillo me vuelvo a cruzar con tu ropa interior y todo me descuadra. Lo vuelvo a saber, esta guerra esta otra vez perdida.

De camino a la ducha los ataques son constantes, el silencio perenne y el desconcierto reinante. Mis perdidas las cuentos por tus arañazos en mi espalda. Intento cavar una trinchera en la comisura de tus labios pero, ya me apuntas a la sien…de nada sirve gritar. Aunque este de rodillas no caerán las lagrimas da igual la cercanía del disparo si el fin sera el mismo. ¿Hasta cuando va a durar? ¿Esperas ver grietas en la piel?

Nunca me deje vencer, nunca quise ganar. Si me rendí es porque esta victoria nunca mereció la pena. Si luche es porque esta en mi condición. Plantar cara es lo más normal en esta situación pero aun así…

Todo vuelve a estar perdido, todo vuelve a ser tuyo.

Un saludo, F. Piñero

Sin pensar.

Muerte de algo que ni siquiera llego a existir, sensación extraña que te aprieta en los pulmones. Buscar algo no encontrado o perder algo nunca obtenido. Arrastrar, una vez más, el tiempo de tu lado inyectándote algo de vida con las agujas del reloj. Notar como el viento se va dejándote en cualquier banco, cualquier parque…cualquier sitio. Se hace de noche, las farolas apenas alumbran aun y como empujado por el mismo viento que te abandono hace tiempo te lleva de vuelta a casa. Sin pensar…evitando pensar.

Un grito dentro de ti. Al fondo, muy al fondo. Sospechas que algo no va bien y recurres a pensar por última vez. Buscar una cuerda para deslizarla por la garganta hasta la pequeña habitación donde alguien grita. Escondida entre el corazón y la razón. Algo empieza a arañarte desde dentro, ¿estuvo bien aquello? Sorpresas en esa mañana, miradas, murmullos, dedos señalando. Sentirte como un preso que arrastran por la milla verde. Y empezar a tropezar en casi cada paso. Levantarte y esta vez sin pensar. Sin saber como pero…sin pensar.

Empezar a bajar una escalera, cada escalón mas sombrío  Cada paso, mas corto y triste. Cada vez el andar más pesado. A mitad de camino por la escalera te cruzas con alguien…esa cara, no puede ser.

-Me recuerdas, se que me recuerdas.

-Creo que si pero, ¿de que te conozco?

-Estábamos sentados arriba, en un escalón… Juntos. Decidiste subir uno más pero sin mi. Tu me empujaste para subir sola.

-Me vas a abandonar allí abajo, ¿de nuevo sola?

-Tranquila lo deje todo preparado para que puedas pensar en porque subo y ahora tu estas bajando.

 

Un saludo, F. Piñero.

 

 

Decadencia.

Arena, mísera arena que se cuela entre los dedos de mis pies dame un porque. Viendo llorar la orilla y el ir y venir de las olas no me dan la solucion. Luna, amante de tantos y triste enemiga espero que no vuelvas a ser la culpable. Siempre existe alguien entre los dos que hace que yo no sea yo. Que ella no se atreva o que lo use como excusa para no decir que no quiera.
Amor triste palabra de desdicha y contradicción, cambiante de ideas haciendo que fluyan las medias verdades en un tosco ambiente. Suspender en el aire un cutre romanticismo que te impulsa a dejar caer tu cabeza en mi hombro. Una monótona espiral que igual gira en el sentido de mi antojo que me hace nadar a contracorriente. Lo mismo hoy consigo rozarte con la punta de los dedos y mañana por mucho que alzo los brazos no te alcanzo.

Empiezo a caer en un bucle interminable, decadente, aburrido…Ahora si, ahora no. Solo una pared,  siempre del color que me pides. No colocas el techo, pero tampoco me dejas que yo lo haga y me empiezo a morir de frió. El lugar donde habito no puedes intentar decorarlo a tu antojo. Deja de querer dosificarme el aire que respiro, no uses como excusa que ayer no lo respiraba si no venia de tus pulmones.

Creia que era yo, creia que tenia un problema, creia…Ahora te veo en continua decadencia.

Un saludo, «Cicatrices de colores».

Ven.

Ven, agárrate, que ya nose como decirte que te quedes aquí. No te sueltes de mi mano, te quiero enseñar como hacernos viento. Volar por un momento, recorrer el aire que respiras y morder tu aliento. Acércate, añoro el calor de unos pechos y la sonrisa de los sueños. Cada día más lejos, cada minuto más cerca. Siéntate en la cuna de mis caderas, quiero mecerte despacio… lento… muy lento. No quiero volver a verte caminar desde mi ventana por el camino de ida y que nunca se si sera de vuelta.

Me vi abandonado y corrí a buscarte, como de costumbre, en la barra del bar.

-Buenos días.

-Lucifer, de cerca no pareces tan despiadado ni cruel.

-Todo es fachada, vengo a comprarte tu alma. Tengo una oferta.

-Te la regalo, hace poco ella se la llevo. No tienes nada que ofrecer y mucho menos algo que me interese por ella. Lo que deseo no lo tienes ni lo podrás conseguir.

Ahora cara a cara, mirame y dime que nunca volvere a tropezar por tus curvas. Nunca voy a tener otra oportunidad para ser quien te sorprenda. Ahora buscas otro oportunista. Ven y mirame, dime que te vas, susurrame detras del oido donde por si algún dia te tengo que buscar. Da un pequeño paso hacia atras y piensa si tan lejos de mi sigues estando feliz.

Ven, agárrate, solo puedo decirte «quédate». Apriétame tan cerca de tu cuello, que no me resista a morderte. Llévame a un huequito que hay detras de la luna para que no nos vean juntos. Ven, quiero que seas el sustento que mantiene mis piernas rectas, la fuerza de mis brazos, la cordura de mi cabeza y pongas algo de locura en alguna parte.

Ven, acércate da un pequeño pasa hacia atrás y piensa que prefieres.

Un saludo, «Cicatrices de colores»

Navegando.

Refrescame la memoria, dime, ¿hacia donde navegábamos? Que hace tiempo que me nombraste timonel de un barco sin determinar rumbo alguno. Mírame y explícame, ¿donde esta la isla perdida en la que íbamos a atracar? Que apenas nos quedan provisiones y en las velas se nos ha agotado el viento. Recuerdame, ¿que me hizo subir al barco? Que hace no mucho lo olvide y estoy pensando en tirarme por la borda para jugar con los tiburones.

Solo una leve brisa que sopla de cara me hace sentir bien, mientras miro hacia mis pies y no veo suelo debajo. Día y noche navegando cuando ni siquiera tu, «Capitána» de esta nave, sabes donde debemos ir y mucho menos que rumbo tomar. Alcánzame un trago y deja que descanse, tanto trabajo para mi solo mientras tu te sientas a mirar cartas de navegación, decidiendo que ciudad no pisar, en que lugar no debemos tirar marras o en que puerto no atracar. Dame un «catalejos» para acercarme a tierra y mirarme en la sociedad, puede que así encuentre el porque de mis rarezas. Quizás que ellos sean muy normales para mi cabeza y no yo el extraño para unas mentes limitadas.

No hace mucho que soñé sentarme en una acera mientras llueve para esperar y ver como escampa. Mirar como las últimas gotas que caen están apuñalando un charco. Mientras observo como la tormenta ha dejado destrozada unas flores de un balcón cercano pongo a navegar en el misero charco un barco hecho con la cascara de una nuez y un trozo de papel para la vela. El charco se convirtió en un inmenso mar para el navio, que como aquel del que fui timonel, no sabe donde se encuentro su puerto.

Creo que la mejor opción sera hundirme agarrado a un cañón de estribor.

Un saludo, «Cicatrices de colores»

Sueños.

Se me escurren las ideas, mi mente no responde. La muerte de los sentidos empieza a palparse, entierro de las palabras que no dije. Una mirada de ojos rojos, de amaneceres envueltos en ira y anochecer en frustraciones. Trastorno de un movimiento pendular hacia eso que llamo cama. Allí, donde asesino las razones que no me atrevo a discutir ni sacar a la luz. Llamando a la puerta del desengaño tatuado sobre un pecho de plata que transforma lo mecánico del día a día.

Discutiendo entre mil cabezas, aun no he decidido a cual disparar mi último cartucho. Enfrentamiento del descuido y la sinrazón que a menudo discuten asomados a la ventana de una calle negra. Entre sabanas que parecen mares donde no quedan restos de perfumes ajenos, ni abrazos de medianoche, intento no escuchar esas discrepancias. Rara es la noche que un sueño no se me antoja como un hogar, ni la que una pesadilla me lo quema. Destruyo los restos de los tacones paseando por un pasillo, quemando el eco de ese sonido.

A veces, y casi siempre, despierto olvidando el día anterior…Y a veces, como siempre maldigo esa sensación que no aguanta hasta el desayuno. El espejo no es más que puñales cuando aun esta amaneciendo, y la ropa no se distingue mucho a las cadenas que no quiero llevar. Todas las mañanas espero escuchar esa voz tenue, y todos las tardes escupo en mis tontas ilusiones. Cada amanecer me parece mas frío, cada atardecer mas triste. Amenazo al reloj para que se acerque la madrugada y ahogarme en el canto de Morfeo donde todo parece desaparecer.

Parece…

Un saludo, «Cicatrices de colores»

Corazón de papel.

El viento sopla tan leve que no me permite volar. Ya conozco esta sensación de agonía, el aire me seca la boca, me quema la garganta y ahora siento como algo me lo acorrala en el pulmón. Maldita extraña fuerza que ya no se si me empuja o me retiene para que no salte hacia ese rió… Río de mierda y penas en el que me encuentro nadando, donde no hay una misera roca donde agarrarse para coger fuerzas. Si por lo menos encontrara una barca para navegar y sobrellevar su cauce me conformaría.

Desencuentro con la realidad que ya conocía, de saber que no existe esa fuerza sobrenatural que todo lo maneja a su antojo. Y si existe, tengo claro que se ríe de mi. Que disfruta viendo como voy paso a paso por un camino más estrecho, más empinado, más…creo que no puede ser peor. Ese ser superior que se regocija sentado en un trono de oro mientras yo me quedo sin uñas de arañar en paredes de hormigón. No creo en ti, ni en los clavos que dicen que usaron para clavarte. El Calvario que sufro no tiene nada que envidiar al que cuentan que pasaste.

No encuentro el fuego que antes tenia, no piso sin mirar si tengo suelo debajo, ni levanto la cabeza por si se me derrumban las nubes. Luna que fuiste mi eterna compañera y que reinas mis noches sin princesa, ¿ también dejas de hacerme compañía? Ya sabes que me canse de ver corazones de papel y lagrimas de cartón, yo no soy una persona de juguete como creí serlo otras veces. No muerdo la inconsciencia por ser un desecho que otros dejaron de lado.

Abro los ojos y recuerdo rimmel derramado por la mejilla de aquella quien prometió no volver a cruzarse. Aquella mujer de manos tan frías que parecían de escayola, de la sonrisa antinatural y el cuerpo distante. Aquel tipo de persona que absorbe lo mejor de cualquiera que se cruce y se cuelga de tu espalda hasta encontrar alguna más cómoda. Ahora no me agachó, soy yo el distante. El tiempo se ha aliado a mi favor y saco fuerzas del corazón para afrontar el día a día. Apartar sin empujar a lo que me estorba y agarrar con fuerza lo que necesito.

Ahora…ahora tengo el corazón de papel cuando quiero y de piedra cuando se me antoja.

Un saludo, «Cicatrices de colores».

 

Luz oscura.

Creo que recuerdo cuando decidí empezar este camino, sabia que no iba a ser fácil pero…

Después de tanto tiempo, piedras y más piedras es lo único que puedo encontrar al dar un paso. Socavones y tropiezos es lo único que veo a medida que avanzo. Andares retorcidos por un camino de polvo y roca, llagas en las plantas de los pies, calambres en los músculos…pero, ¿porque continuo? Por mucho que he intentado sentarme a buscar una razón no encuentro piedra lo bastante cómoda como para descansar y pienso que lo mejor es caminar.

A mi alrededor es de noche, o al menos esta oscuro. A cada lado de este camino se amontonan buitres de lengua viperina que me ofrecen ayuda, los dejare que cojan vuelo para disfrutar mientras caen. Malditos buitres, con su pico retorcido lo único que pretenden es hurgar en lo más profundo de mí para ver como me retuerzo de dolor mientras meten sus infectas lenguas en las heridas. Tan fuerte es el veneno que creí haberme contagiado de su asqueroso sabor.

Hoy, no tan distinto de ayer, limpie e intente vendar con un viejo trapo de lo que llegue a ser (o al menos intente) los miseros rasguños que esos buitres intentaron que fueran una cruel tortura. Al ver que yo no derramo por mis heridas sangre negra como la suya, sino de un rojo tan reluciente que les obliga a cerrar sus podridas alas, disfruto viendo como caen al suelo transformados en asquerosas serpientes. Ahora voy con paso firme y a cada pocos metros encuentro una serpiente que pisotear, voy descalzo y así noto su calor mientras las aplasto.

Este camino nunca fue fácil, el aburrimiento hubiera pintado de un color tenue y monótono el horizonte. Las dificultades siempre bajaron un telón de un gris casi negro. Simplemente por la certeza de saber que este sendero tiene un final lo voy a terminar…creo que empiezo a ver luz…una luz oscura.

Un saludo, «Cicatrices de colores»